Dan Marino llega a Cocoon Town. Su chofer, Curtis, se equivoca y lo deja en una cuneta a las afueras de la ciudad, pero el encuentra el camino al primer bar de turno y lo hace al más puro estilo de Dan Marino... con un bailoteo. Es entonces cuando alguien se cruza en su camino. Se trata de un joven anodino, natural de Cocoon Town y estudiante de sociología. Probablemente se dirige a la Universidad, pero no lleva libros porque no le hacen falta. Va a suspender. Lejos de estar afectado por ello, camina airoso y, cuando el detective de ciencia ficción lo llama a contonearse, él responde con su célebre paso de baile: "la aletilla". Con este mismo paso de baile, un buen día el joven aspirante a parado conquistó a la chica con la que llevaba saliendo desde primero de carrera. Una chica cuyo nombre es Alexandra.
HISTORIAS DEL COCOON TOWN
EPISODIO 1:
Lo que el baile ha unido que no lo separe la ciencia ficción.
Interior. Bar Man-Olo. Alex está sentada en la barra. A su lado hay un asiento vacío. Claramente está esperando a alguien. Lo que Alex no sabe es que en ese bar está a punto de producirse un cruce de caminos y que ella está en medio. Alexandra espera a su chico, pues han quedado allí para hablar. Ella cree que deberían dejarlo. Piensa que esos cuatro años de relación no han sido más que el fruto de otra de sus malas decisiones. Los primeros meses todo eran risas y momentos inolvidables, pero con el tiempo aquella relación se fue anquilosando en la monotonía. Y todo porque uno de los dos empezó a dejarse barba y a comer ganchitos. Alex creía que el joven sociólogo había perdido algo importante, las ganas de volar. Y ella no estaba dispuesta a seguir el resto de su vida en aquella aburrida ciudad, atada a alguien a quien le da igual ocho que ochenta, cuya única preocupación era ver el partido del equipo local los viernes por la noche y pillarse un cebollón bien grande ganen estos o pierdan de paliza. Todo eso se le pasaba por la cabeza mientras ojeaba su móvil en aquel folclórico rincón de la ciudad. Justo en ese momento, la novedad personificada entró en aquel bar como si ella misma la hubiera llamado con el pensamiento.
Alex jamás había visto a nadie moverse como él, hablar como él y, desde luego, decir las cosas que él decía. Su aspecto de viajero captó su curiosidad. Su confianza en si mismo se ganó su atención. Cuando decía cualquier estupidez, daba la impresión de que todos los elementos de su alrededor le seguían el rollo. Fue como si de golpe se encontrara en una especie de Show de Truman. Podría haber escuchado lo que tuviera que decir durante días, pero se les iba a hacer de noche y ambos sabían lo que eso significaba.
Retrocedamos unos instantes, al momento antes de que Dan Marino se sentara en el asiento que estaba destinado a ser ocupado por el chico que había bailado con él en la escena anterior. Varicela (si, la misma) habría tomado ese asiento si Dan Marino hubiera tardado cinco segundos más en entrar al bar. Ella tenía la misión de seducir a Alex para llevarla a la dimensión devastada, pues alguien del Cocoon Town alternativo había pagado una cuantiosa suma para recuperarla. Quién iba a decir que una simple muchacha -que lo único que quería era cortar con su novio- acabaría metida en medio de semejante enredo interdimensional. Varicela decidió esperar a que Alex mandara al detective a paseo, pero esto no ocurrió. Lo que si ocurrió fue que el joven estudiante de sociología llegó tarde a la cita con su novia. Y lo que se encontró al hacerlo fue a esta misma flirteando con otro tipo (y no un tipo cualquiera), el tipo con el que había bailado aquella misma mañana.
Este es el momento exacto en el que su corazón se hace pedazos:
Pero nuestro protagonista de hoy tiene soluciones anticipadas para todo. Y se le ocurre que, si su chica está ocupada con otro, él podría levantarse a la preciosa muchacha que hay sentada delante suya y sin acompañante... Lastima que esta sea nuestra Varicela.
Brillante
ResponderEliminar