Comienza el último capítulo de la primera temporada de Cocoon Cake. El plano enseña un páramo hostil. Una carretera roja es atizada por la goma ardiente de dos vehículos motorizados. Sobre ellos jinetes del peligro con insignias cadavéricas a las espaldas. Es otra dimensión, una en la que las leyes las dicta el fuego, el Diesel y el cuero. La dimensión de los gunriders.
DIMENSIÓN GUNRIDER
Esta dimensión no siempre fue la zona de guerra de grandes clanes y tribus moteras que es hoy (Año 2021 en nuestro calendario, año 0 en el suyo). Hubo días en los que su realidad no difería demasiado de la nuestra, pero como en muchas de estas líneas alternativas, fue un pequeño evento aparentemente sin relevancia el que lo cambió todo. En el año 1962, en plena crisis de los misiles de Cuba, un contrabandista guatemalteco llamado Pablo García Turriol consiguió dar el cambiazo a uno de los misiles soviéticos con el objetivo de llevarlo a su casa en Miami, desmantelarlo y vendérselo por piezas a los americanos. El plan de Turriol era escapar de Cuba en el barco chatarrero de su primo, el disidente Ernesto Diaz. A cincuenta millas de La Habana, habiendo recorrido la mitad del camino, Pablo y Ernesto vieron abrirse una grieta llameante justo sobre sus cabezas, en el cielo. ¿Un presagio? Más bien un trozo de metal que se avecinaba a unos 28.000 km/h hacia su barco. Irónico, ¿verdad? Dos chatarreros a punto de ser exterminados por un montón de chatarra furiosa el día que habían dado su mayor golpe, el de robar la chatarra más peligrosa del planeta en aquel momento. El impacto del proyectil hizo reventar el misil y la honda expansiva arrasó parte de la costa de Miami. La 3ª Guerra Mundial había comenzado.
Siete años fue lo que pudo sostenerse la civilización humana después de aquello. Luego todo fueron ruinas, muerte y anarquía. Pero anarquía de la chunga, no de la que decía Bakunin. Las mutaciones eran comunes. Los animales tenían cabezas extra, ojos extra, rabos extra, alcanzaban un tamaño cuatro veces mayor de lo habitual, algunos incluso desarrollaron cuerdas vocales y la capacidad de hablar como los seres humanos. Aunque esto no los hizo más inteligentes. Al final solo emitían sonidos más extraños e inquietantes. Pero eso no fue lo más sorprendente. En realidad, esta solo era una de las 200.345.620 dimensiones en las que esto mismo se había dado después de lo de los misiles de Cuba. Lo que realmente hace de esta línea una digna de mención es, sin lugar a dudas, lo de las tortugas gigantes voladoras. Un día como otro cualquiera se materializaron en el cielo y comenzaron a surcarlo libremente durante meses, como si buscasen nada en concreto o sencillamente estuvieran de paseo. Eran viajeras Inter dimensionales, las primeras que llegaban a esa línea espacio-temporal, que ahora era su nuevo hogar.
Poco se sabe, incluso hoy en día, de las tortugas gigantes voladoras. Algunos cuadernos de renders narran que pasaron eones vagando entre dimensiones después de haber sido condenadas a hacerlo por los Seekers, quienes las encontraron un peligro para la estabilidad del multiverso. Lo único que podemos saber con certeza es que aparecieron en el año -27 de la dimensión Gunrider y que, una vez en esta, se autoproclamaron sus presidentas supremas. Se alzó una tortuga voladora por cada gran ciudad de lo que quedaba de mundo (Europa occidental y Oceanía, principalmente). Los reptiles implantaron un modelo tecnocrático de gobierno. En ciertos sentidos consiguieron bastantes progresos en un tiempo muy corto. Pero esto no gustó demasiado a los humanos más reaccionarios, quienes previamente a la llegada sauropsida se habían organizado en clanes y habían dominado las polis. De pronto, se vieron obligados a abandonarlas, pues la civilización había regresado a su cauce por culpa de unas tortugas que, además de comunistas, eran inmigrantes.
Así pues, se lanzaron a las carreteras y a dominar los páramos. Los gunriders, jinetes del metal. La ley más allá de las afueras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario